Pedirle al cielo que me recuerdes
es lo que hago inagotablemente,
gota tras gota de alcohol y sangre.
Pedirle al Absoluto una excepción
es lo que persigo noche tras noche
de insomnios apagados,
apagados de risas y placer,
apagados de calor y amor.
Así estoy, suplicándole a un todo
que durante toda mi existencia
fue la broma más grande, el chiste más terco.
Mis brazos no dan más,
mis piernas se quiebran,
y no puedo lamer tus lágrimas
que tanto disfruté en mi alma,
ya no queda nada de ti
mis paseos por tus dos habitaciones,
ya no quedan.
Mis besos soñadores, ya no quedan,
sin embargo tú me quedas entera, completa,
envuelta en las sábanas de mi amor.
No te soltaré nunca,
ni cuando mi cuello se rompa
por el peso de este cansado cuerpo.
Autor: Cristian Rubio Linero
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