Cartas de desamor

Carta larga a la Soledad

Quisiera decir a aquellos que se interesan por mí en este momento, que tengo el corazón desgarrado, sin protección pongan atención.
Desde el momento en que esta soledad nos ha cogido de sorpresa, hemos hecho juntos un frente común tú y yo nos hemos juntado para la defensa y éramos como una sola persona.

Pero la sorpresa se ha empalidecido poco a poco quitándole esmalte a tu emoción, para ti el desconcierto se ha vuelto costumbre a mí, me ha quedado el sufrimiento. ¿Qué ha hecho de mí la soledad? se ha vuelto sensible como la arena al viento del desierto cuantas veces me hablabas antes y yo apenas si te escuchaba… ahora me estremezco ante un suspiro tuyo, si estiro la mano para tocar la tuya, te ruego, mantén silencio entre piel y piel pasa una energía que las palabras jamás conocerán.

Debo conseguir ser más fuerte que el muro que la soledad levanta entre nosotros, debo lograr cada día desmoronarle un pedazo, en ningún momento debo olvidar mi meta, comunicarme contigo, perder esta batalla cotidiana significaría ver cómo te alejas, significaría estar abandonada, significaría abandono y soledad.

La soledad está creando entre nosotros un nuevo lenguaje día a día. ¿No te das cuenta? es un lenguaje que abre puertas que han estado cerradas demasiado tiempo, revela secretos difíciles de soportar alivia el espíritu, apréndelo, te lo ruego, estudia sus reglamentos.
Ah, mis queridos familiares y amigos, ¿tanto me ha cambiado la soledad? me hablan como a una extraña; ¿ya no me reconocen? la soledad está entre ustedes y yo se impone como pantalla que sus ojos no se paren sobre ella, miren más allá, me verán a mí, y yo estoy aquí esperándoles.

A veces, cuando termina el tiempo y ustedes se van, dejan un enorme vacío, en el cual me precipito, entregada a la soledad y angustia. Son aquellas veces que han buscado llenar el silencio con el sonido de palabras sin sentido. En cambio, cuando, más que sus palabras, hablan sus corazones y saben aceptar que el silencio caiga entre nosotros, entonces al irse ustedes, me encuentro rica con nuevos motivos de meditación y su ausencia es menos dolorosa porque grande es la riqueza, que al irse, me dejan.

Como todo lo que no se conoce, tú tienes de mi soledad, le temes tal vez más que yo que la conozco tan bien como a la palma de mi mano. ¿Por qué entonces en vez de rechazarla e ignorarla, no te abres a ella y te dispones, humildemente, a aprender conmigo?

¿Por qué tienes tanto miedo al silencio? cuando decae la conversación, te coge una especie de pánico que te empuja a levantarte para consolarme, o corres a la ventana para decirme que afuera todos sonríen cosa que te pasan por la mente… Cuando más grande es tu temor, más son las cosas que tú me callas soledad.

Autor: Anita

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