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Diario de un árbol

Era un árbol frondoso y robusto,
raíces profundas sin dudar,
sus ramas daban sombra a todo el que pasaba
y fruto a todo el que posaba,
cuando, en este día cálido y hermoso
un sol radiante y esplendido
nubes que adornaban el extenso manto azul
mientras la brisa acariciaba todas mis ramas.

Todo parecía ser perfecto,
era resistente a altas temperaturas,
no había tormentas que doblegara a este árbol
ni temporadas en el año que borrara su sonrisa.
de repente… el gran manto azul iba cediendo ante la cortina gris oscura que la arropaba
eran densas y abrumadora…
pareciera de esos días huracanados que cambian los tiempos y la historia
lluvias torrenciales y fuertes vientos rodeaban mi entorno como nunca antes,
mientras recordaba los días de calor y contemplaba el firmamento bajo la capa azulada
acompañada de un inolvidable sol que alumbraba…
mientras aún la noche resplandecía con la señora luna y sus hijas las estrellas
quienes visitaban a diario para regalarme su concierto celeste.

Esta vez llegó, pero fría y sin estrellas
no había concierto celeste que aliviara los desesperantes días y noches de tormenta
mis ramas ya no daban sombra
ya no era el hermoso y atractivo árbol que todos contemplaban y admiraban,
mis raíces parecieran colapsar ante las copiosas lluvias, el gran viento azota con ímpetu,
el frio ha hecho una corteza fuerte a mi alrededor.

Pareciera que mi suplica haya sido escuchada
como si las sabanas azules adornadas con algodón quisieran arroparme nuevamente.
la gran tormenta está desapareciendo!
como si hubiera pagado el más alto de los precios para que las constelaciones quieran
visitarme y darme el más bello de los conciertos..
como si hubiesen afinado sus instrumentos en ausencia para tocar sólo para mí
veo la señora luna como nunca antes elegante,
sus hijos nadan en el firmamento de extremo a extremo, mientras sus hermanas
permanecen quietas contemplando mi rostro maravillado ante la magnitud del evento.
los rayos del señor del día comienzan a acariciar mis ramas
mientras su calor se lleva cada partícula del frio que me arropaba.

Todo volvió a la normalidad, ahora solo queda la experiencia.
donde cada día que pasa soy más fuerte y mis raíces profundizan cada vez más,
ahora hago del fuerte viento melodías y de la lluvia música,
de las densas nubes pausas, para reposar mientras llega el próximo día de sol.

Mis ramas ya no sólo dan sombras sino que abrazan,
las raíces ya no solo me sostienen y me hacen fuerte
sino que todo el que llega puede reposar y sentarse
mientras comen del fruto que provee este gran y maravilloso árbol.

Desde hace algunos días no era un don nadie
pero ahora soy don quien
porque ahora tengo a una morra junto a mi lado
porque está conmigo en lo bueno y lo malo
que me ha pasado en mi vida cotidiana
sé que me pueden llamar loco fastidioso enojón etc.
pero por dentro soy buena persona
amistoso y una que otra veces un don juan.

Autor: Luis Ortiz

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